«La Misa es larga, dices, y añado yo: porque tu amor es corto»
«La Misa es larga, dices, y añado yo: porque tu amor es corto«. San Josemaría Escrivá de Balaguer. ¿Cuántas veces habremos oído la típica queja de que la Misa es […]
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«La Misa es larga, dices, y añado yo: porque tu amor es corto«. San Josemaría Escrivá de Balaguer. ¿Cuántas veces habremos oído la típica queja de que la Misa es […]
«La Misa es larga, dices, y añado yo: porque tu amor es corto«. San Josemaría Escrivá de Balaguer.
¿Cuántas veces habremos oído la típica queja de que la Misa es aburrida, de que se hace larga? ¿Cuántas veces los mismos sacerdotes se han empeñado en deformar la liturgia para intentar que la Misa sea más entretenida? Sin duda, sin malicia, claro está, pero a veces dejando casi irreconocible el Santo Sacrificio del altar.
Sin embargo, hay que partir de un punto vital: el núcleo de la Misa, a quien va dirigida, es Dios. No es el sacerdote ni es el feligrés. No vamos a Misa para pasar el rato, ni para divertirnos, ni deberíamos ir tan sólo a cumplir un precepto. Deberíamos ir a Misa por amor. Amor a Cristo, que renueva su sacrificio en la cruz delante de nosotros.
Seguro que a algún sujeto presente en el Gólgota también le pareció aburrida la crucifixión de Cristo. A algún centurión, cansado de ver siempre lo mismo, que no sabía lo que tenía delante y pensaba que era tan sólo una muerte más.
También había quienes iban buscando un entretenimiento. Las ejecuciones siempre han atraído mucho público, no es algo de ahora.
Pero también estaban santa María y san Juan. En una actitud completamente distinta. Dudo que les pareciera un aburrimiento ni un momento para pasar el rato. No veo a Juan diciendo: «Señor, date prisa, que me aburro». Sin embargo, esto mismo lo vemos a diario en Misa en cuanto se alarga mínimamente.
Quizá la pregunta que debemos hacernos es con cuál de esas actitudes vamos a Misa. Si no es la tercera, la de un encuentro con el Señor que nos sobrepasa por completo, sabedores del inmenso sacrificio que vamos a contemplar, de que vamos a vivir una experiencia misteriosa y sagrada en comunión con toda la Iglesia, incluyendo la triunfante y la purgante, es que algo falla. Y no en la Misa, sino en nosotros.
De la misma manera para el sacerdote: si tu actitud no es de pequeñez ante la inmensidad y la belleza de la liturgia, de humildad y pobreza ante la consagración, en la que el mismo Dios se pone en tus manos, de servicio a Dios y a la Iglesia antes que a tus gustos y preferencias, algo falla. En ti.
Artículo escrito por nuestro colaborador y católico con acción Jorge Sáez Criado
Imagen de cabecera: huffingtonpost
Es que se ha perdido el sentido por el cual se debe asistir a la Santa Misa, es para agradecerle a nuestro Señor que nuevamente se entrega en el santo sacrificio ya no en la cruz pero si en el santo altar. Muy bien explicado el artículo. Cuando nuestro Señor murió todos sus apóstoles le habían abandonado, solo nuestra Madre Santísima con San Juan estaban de lejos acompañando a su hijo en su entrega por cada uno de nosotros. Muchas veces no vamos a entender nada pero al Amor no es de entenderlo sino de vivirlo, porque si esperamos que El Señor nos entienda a nosotros (lo dejaríamos desconcertado) entonces El no hubiese muerto en la cruz ni mucho menos se hubiese quedado en la Santa Eucaristía. Muchísimas bendiciones.
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Usualmente las misas tienen una duración similar, excepto las que destacan por alguna eventualidad especial, pues como sabemos es el sermón lo que marca el ritmo que tendrá.
Ahora, quisiera remarcar la diferencia entre duración y aburrimiento. Hay misas que se extienden más de lo usual, y sin embargo resultan agradables por la labia y la inspiración del sacerdote durante el sermón. Hay otras que tal vez hasta duren menos que lo usual, pero un sermón enrevesado y falto en inspiración vuelve tedioso el tiempo. Creo que a la misa todos asistimos por amor, pero ir en búsqueda de entreteniemiento no está mal, el encuentro con el señor nos produce regocijo y alegría, y es una pena que a veces eso se vea empañado por el tedio.
Por ello, remarcaría la importancia de la preparación de los sermones, que jamás deben ser un laberinto de oratoria improvisada, pues es responsabilidad del sacerdote conducir un ritmo ameno para toda la congregación.
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Audio Santa Biblia versión Septuaginta
La versión más antigua escrita al español
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Excelente articulo, sigan adelante, como dicen justo en la Fe 🙂
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