“En efecto, este tiempo nuestro, caracterizado por la globalización, con sus aspectos positivos y negativos, así como por sangrientos conflictos aún en curso, y por amenazas de guerra, reclama un compromiso renovado y concertado en la búsqueda del bien común, del desarrollo de todos los hombres y de todo el hombre” (Benedicto XVI).

 *Pandemia: Enfermedad epidémica que se extiende a muchos países o que ataca a casi todos los individuos de una localidad o región

Viajando en autobús de El Salvador a Guatemala proyectaron la película “Guerra Mundial Z”. Una historia basada en un virus de rápida propagación que diezma a la población mundial convirtiendo a los humanos en zombis y la búsqueda de la cura por parte de un investigador de la ONU. De las imágenes que me impactaron, estaba la de un tablero que contabilizaba los muertos a nivel mundial y los números incrementaban cada segundo.

Repasando en estos días las noticias nacionales e internacionales, llenas de violencia: Los sirios que emigran en masa a Europa, las amenazas de Isis de atacar al Papa, las guerras civiles en varios países, etc… tantas noticias que traen a mi mente un tablero como el de la película con el número de muertos por una pandemia mundial: La violencia.

Como el investigador de la ONU, protagonista de la película, he reflexionado en los orígenes de esta violencia generalizada que vivimos y me permito compartir algunas ideas:

  1. EL ABORTO: Es uno de los actos más violentos: la muerte a un ser indefenso. Pensar que sólo en México mueren al año 115,000 niños por aborto, siendo el homicidio más recurrente en el país. Un homicidio “legal” que no es otra cosa que decir “es legal matar”, “es legal la violencia”. Todos los argumentos a favor del aborto no pueden negar que es un acto violento, y en sí mismo el más violento de todos: Atacar a quien no puede defenderse.
  1. LA EUTANASIA: Otra forma de homicidio violento porque se induce a buscarlo. Cuando se valora más el sufrimiento y el dolor que la vida misma, cuando se elige un mal accidental (la muerte asistida), contra un bien esencial (la vida), estamos violentando el derecho fundamental de cada persona que es la vida
  1. LA INJUSTICIA SOCIAL: Pensaba hace poco titular este apartado como “la pobreza”. Pero en misiones he encontrado a tantas personas pobres que no son violentas; por el contrario son almas generosas, desprendidas, dispuestas a ayudar. Lo que genera violencia no es la pobreza, sino la injusticia a la que se somete a tantas personas pobres; condiciones inhumanas ante la enfermedad, ante la ley civil, educación, alimentación y vestido… En una cultura “econocentrista”, donde el centro es la economía y no la persona se defiende a la economía en contra de la persona y esta inversión de valores genera violencia.
  1. EL AMOR COMO VALOR COMERCIAL Y NO COMO VIRTUD: La banalización del amor: “Hacer el amor”, “muestra que le amas”, “regálale esto”; se habla tanto de amor, dándole éste título a actitudes sentimentales, pasionales o emocionales. El amor no es sólo erótico (para mí), sino que está llamado a ser ágape (para ti), pasando por el fileo (para los dos). El amor es una actitud de vida (voluntad), que dura a lo largo del tiempo. Pero el amor egoísta busca satisfacerse usando cualquier medio, incluso la violencia (violencia intrafamiliar, el “sexting” entre adolescentes, las violaciones, la prostitución y la trata de personas).

Hasta aquí un análisis somero de algunas causas de la violencia. Pero comparto otra reflexión: He visto muchas formas de “controlar la violencia”: alarmas, policías, registros de entrada en los cotos residenciales. Todas son formas negativas de aislar la violencia. En la película mencionada al inicio, se muestra un ejemplo de lo efímero de esta norma: En Jerusalén crean un cerco sanitario, se aíslan del problema mundial pero este cerco termina rompiéndose.

¿Cómo acabar con la violencia? Soy ingeniero, y si entendemos el mal como un vector que se mueve a la derecha, la fuerza que se opone es un vector en sentido contrario; como dice San Pablo “vence el mal con el bien” (Rom. 12, 21). La violencia no se vence con controles, sino siendo pacificadores; el mal se vence haciendo el bien y el gran bien es la suma de los bienes que todos hacemos. El bien es ante todo una tarea individual.

Jesucristo nos propone como programa “bienaventurados los pacificadores porque ellos serán llamados hijos de Dios” (Mt. 5, 9). Convirtámonos en agentes pacificadores. Busquemos acabar con las raíces de la violencia:

Al aborto, la eutanasia, la injusticia social y al amor erótico opongamos el bien que se oponen a ellos: Un amor a la vida, la justicia – que sólo es justa si va revestida de la verdad y de la caridad – y el amor desinteresado por lo demás. Venzamos la indiferencia que nos aísla de los demás. No seamos pasivos, sino agentes activos de cambio. Atrevámonos a cambiar el mundo con la fuerza del amor, es decir amándonos los unos a los otros como Cristo nos ha amado. Amén.

“El deseo de paz es una aspiración esencial de cada hombre, y coincide en cierto modo con el deseo de una vida humana plena, feliz y lograda. En otras palabras, el deseo de paz se corresponde con un principio moral fundamental, a saber, con el derecho y el deber a un desarrollo integral, social, comunitario, que forma parte del diseño de Dios sobre el hombre. El hombre está hecho para la paz, que es un don de Dios” (Benedicto XVI, Mensaje para la celebración de la XLVI Jornada Mundial de la Paz).

Artículo escrito por nuestro colaborador y católico con acción Padre Óscar Cabello LC.

1 Comentario »

  1. Dios. Bendig al Papa. Par dirigir al pueblo con sabiduría y fortaleza en un mundi decadentd y falto de amor Compromiso elevar una oracion por los sacerdotes del mundo. Todos los dias

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