EL CORAZÓN DE MI DULCE JESÚS
“Este Divino Corazón es pura dulzura, humildad y paciencia, por lo tanto, debemos esperar… Él sabe cuando actuar. Solo el corazón humilde puede entrar en el Sagrado Corazón de Jesús, […]
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“Este Divino Corazón es pura dulzura, humildad y paciencia, por lo tanto, debemos esperar… Él sabe cuando actuar. Solo el corazón humilde puede entrar en el Sagrado Corazón de Jesús, […]
“Este Divino Corazón es pura dulzura, humildad y paciencia, por lo tanto, debemos esperar… Él sabe cuando actuar. Solo el corazón humilde puede entrar en el Sagrado Corazón de Jesús, conversar con Él, amarle y ser amado por Él.” Santa Margarita María de Alacoque
Este día celebramos una fiesta muy especial en la Iglesia, devoción arraigada en tantas comunidades y hogares católicos alrededor del mundo. Es fiesta del amor de Dios, amor encarnado por nuestra salvación. Este día es la fiesta del Sagrado Corazón de Jesús. Siempre recuerdo en mi infancia que luego de asistir a la misa, era visita obligada en la devoción de mi madre y de mi abuela acudir a la nave lateral del Templo en que se encontraba entronizada la imagen del Sagrado Corazón de Jesús. Aún ahora me impresiona la sencillez de ese recuerdo: La imagen se encontraba en un lugar discreto, una especie de gruta pintada de blanco como todo el Templo, sin mayor decorado que el necesario y digno para su exposición a los fieles… es como si el párroco hubiese querido que aquel que se acercaré a venerar la sagrada imagen se centrara solamente en el Señor, en el Corazón de Jesús; recuerdo (y aún es así) un Jesús con un vestido blanco impecable y sobre el un manto color rojo, resaltando en su pecho el corazón bellamente esculpido y como sostenido por una de sus manos mientras la otra parecía bendecir hacia el frente, sin olvidar su rostro que siempre me ha inspirado paz, firmeza, serenidad, alegría… y sobre todo dulzura.
Recuerdo los cantos de las hermanas mayores de edad en una que otra misa, alabanzas hermosas al Sagrado Corazón de Jesús, una en especial que siempre me emociona cantar y escuchar, la letra del Himno que es la que en cierta forma le da título a estas líneas: “Corazón, el más puro y más santo, CORAZÓN DE MI DULCE JESÚS, Tú eres siempre mi dicha y encanto, Tú eres siempre mi paz y mi luz…”. En mi casa, desde que tengo uso de memoria, siempre ha existido un enorme cuadro del Sagrado Corazón de Jesús, la devoción era inculcada también en nosotros los hijos por el testimonio sencillo y discreto de la presencia de esta imagen en este hogar, a tal punto la sentía tan arraigada en mí que en una ocasión le pedí a mi abuela me comprara una imagen, un poco más pequeña, del Sagrado Corazón para poder colocarla en mi habitación.
Debo confesar que nunca he sido bueno para el dibujo y la pintura, pero alguna inquietud tuve en mi infancia de experimentar en estas artes, como todo niño, me sentía orgulloso de mis paisajes y mis retratos plasmados en pequeñas hojas de papel, para mi eran perfectos aunque artísticamente no lo fueran; pues bien, experimentando mi inquietud artística, un día de tantos recuerdo haber tomado un pequeño trozo de madera, más o menos plano, y con una brocha simplemente pinte un corazón rojo; pero algo me decía que le faltaba algo a ese corazón, no podía ser un corazón cualquiera, pinte en la parte superior una cruz café y alrededor de este con pintura amarilla deslice una especie de rayos “resplandecientes”. Ahora el corazón estaba más hermoso y vivo, perfecto en mi apreciación, y sin quererlo había pintado en cierta forma el Sagrado Corazón de Jesús.
Aún conservo conmigo esa “pequeña gran obra de arte” y aunque debo decir que en mi infancia no tenía ni la mayor conciencia de lo que era especialmente esta fiesta litúrgica, en esta época mi devoción era pequeña, más ello no impidió que aún a través de estas mínimas expresiones el Señor Jesús fuere haciendo crecer mi fe y acercando mi corazón al Suyo. La fiesta del Sagrado Corazón es la fiesta del amor divino, de la ternura celestial. Es la fiesta en que el corazón del hombre va a encontrarse con el Corazón de Jesús. Es la fiesta de la sencillez y de la dulzura de aquel que acepto el sacrificio de la propia vida por amor a nosotros. Es fiesta de luz para la fe cristiana y de ardor en la caridad.
No pretendo en esta ocasión hacer una exposición detallada de la historia y forma de devoción para la fiesta del Sagrado Corazón de Jesús, más bien quiero proponerle a cada Católico con Acción a que esta devoción sea su vida misma a partir de lo que Dios inspira a cada cristiano en esta preciosa imagen del Amor Divino. Haz algo sencillo, busca una estampa del Sagrado Corazón de Jesús y contémplala, en silencio meditado, ¿Qué ves? ¿Qué descubre el Señor para tu vida? ¿Qué te inspira el Sagrado Corazón de Jesús? Acá te propongo algunas ideas para ayudarte en este pequeño ejercicio:
Celebremos y vivamos esta fiesta del Sagrado Corazón de Jesús viviendo nuestra vida terrena con el corazón puesto en el cielo, contemplando y amando, teniendo los mismos sentimientos de Cristo y siendo una Iglesia, una comunidad “con un solo corazón”, el Corazón de Cristo. Empecemos a dejar que Dios moldee nuestro corazón, como ayuda tomemos estas palabras de Santa Margarita María de Alacoque: “Si ven en ustedes un sinnúmero de impaciencias y enojos, arrójenlos en la llama de la mansedumbre del amable Corazón de Jesús, para que los haga mansos y humildes… Si nadan en un mar de distracciones, métanlas en el fondo de la tranquilidad del Sagrado Corazón, que les alcanzará indefectible victoria”.
Contemplemos el Corazón de Jesús y dejémonos contemplar por Él; amemos el Sagrado Corazón de Jesús y dejémonos amar por Él; adoremos el Corazón de Cristo y dejémonos alimentar por Él; consolemos el Corazón de Jesús y dejémonos consolar por Él… Que Jesús sea nuestro todo y su Corazón sea uno solo con el nuestro. Pidamos la intercesión de María para que nuestro corazón sea más conforme al Corazón de Dios, pidamos por la Iglesia y el mundo y pongámoslos ante el Corazón de Jesús con esta oración de San Juan Pablo II:
“María, Madre Virgen, tú que conoces mejor que nosotros el Corazón Divino de tu Hijo, únete a nosotros hoy en esta adoración a la Santísima Trinidad e igualmente en la humilde oración por la Iglesia y el mundo. Amén.”
Que maravilloso testimonio, solo hay que dejarnos amar por Dios Padre, Dios Hijo, Dios Espiritu Santo y La Santisima Virgen Maria que intercede por cada uno de nosotros.
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