humilde reconciliación del pecado 

<<Conviértanse, porque el Reino de los Cielos está cerca>> Mateo 4,17.

A lo mejor alguna vez te has sentido decepcionado de ti, sin fuerzas, sucio, con una sed insaciable, sin paz en tu corazón, lleno de angustias y preocupaciones, nervios que te invaden junto a muchas dudas y problemas sin resolver, miedo e inseguridad de lo que eres capaz de hacer, te encuentras en una búsqueda constante por saciar un vacío tan profundo que parece no tener fin.

Todo el párrafo anterior, describe la horrible sensación de vivir inmersos en el  pecado, es decir, de vivir sin la Gracia de Dios, <<Todos han pecado, y por eso están privados de la gloria de Dios>> Rom. 3,23. El pecado es el mayor rechazo que existe hacia el incondicional amor de Dios y la comunión con Él. Cuando caemos en pecado dejamos de adorar a Dios verdadero, por adorar las cosas del mundo, cuando caemos en pecado quien reina en nosotros no es Dios, sino que es el miedo, la vergüenza, el odio, el resentimiento, la violencia, la muerte…

Sin embargo… << Tanto amó Dios al mundo que dio a su único Hijo, para que el que crea en Él no perezca, sino que tenga Vida eterna. Porque Dios no envió a su Hijo al mundo para condenarlo, sino para que el mundo encuentre salvación por medio de Él>> Juan 3,16-17. Dios en su inmenso amor nos envió a Jesús, nos envió la solución, la única verdadera, la única radical, la única definitiva, la única integral, la única SALVACIÓN. <<En Él por su sangre, hemos sido redimidos, en Él nuestras faltas han sido perdonadas por la riqueza de su gracia>> Ef 1,7.

El perdón de nuestros pecados viene de la mano con el sincero y humilde arrepentimiento de nuestros actos, queremos compartir con todos los Católicos con Acción, un hermoso Salmo, el Salmo de “La Súplica del Pecador Arrepentido”

Salmo 51(50)

SÚPLICA DEL PECADOR ARREPENTIDO

1 Del maestro de coro. Salmo de David.

2 Cuando el profeta Natán lo visitó, después que aquel se había unido a Betsabé.

 

Humilde reconocimiento del pecado

3 ¡Ten piedad de mí, Señor, por tu bondad, 
por tu gran compasión, borra mis faltas!

4 ¡Lávame totalmente de mi culpa 
y purifícame de mi pecado!

5 Porque yo reconozco mis faltas 
y mi pecado está siempre ante mí.

6 Contra ti, contra ti solo pequé 
e hice lo que es malo a tus ojos. 
Por eso, será justa tu sentencia 
y tu juicio será irreprochable;

7 yo soy culpable desde que nací; 
pecador me concibió mi madre.

Anhelo de renovación interior

8 Tú amas la sinceridad del corazón 
y me enseñas la sabiduría en mi interior.

9 Purifícame con el hisopo y quedaré limpio; 
lávame, y quedaré más blanco que la nieve.

10 Anúnciame el gozo y la alegría: 
que se alegren los huesos quebrantados.

11 Aparta tu vista de mis pecados 
y borra todas mis culpas.

12 Crea en mí, Dios mío, un corazón puro, 
y renueva la firmeza de mi espíritu. 
13 No me arrojes lejos de tu presencia 
ni retires de mí tu santo espíritu.

14 Devuélveme la alegría de tu salvación, 
que tu espíritu generoso me sostenga: 15 yo enseñaré tu camino a los impíos 
y los pecadores volverán a ti.

16 ¡Líbrame de la muerte, Dios, salvador mío, 
y mi lengua anunciará tu justicia! 
17 Abre mis labios, Señor, 
y mi boca proclamará tu alabanza.

18 Los sacrificios no te satisfacen; 
si ofrezco un holocausto, no lo aceptas:

19 mi sacrificio es un espíritu contrito, 
tú no desprecias el corazón contrito y humillado.

* * *

20 Trata bien a Sión, Señor, por tu bondad; 
reconstruye los muros de Jerusalén.

21 Entonces aceptarás los sacrificios rituales 
–las oblaciones y los holocaustos–y se ofrecerán novillos en tu altar.

<<El mundo podrá intentar llenar tu vacío de “felicidad”, pero el tamaño de ese vacío es tan grande que solo el amor de Dios lo podrá llenar.>>

Para finalizar, quiero dejarlos con una alabanza que siempre que la escucho me quiebra, presenta a “Dios herido, por mi humillado, es el siervo de Dios, que sin reservas todo lo ha dado, y viéndole sufrir llega al corazón, una herida a causa de su amor, levántate oh Dios, mira la pena, del mal herido, que como cordero va en silencio con dolor…Siervo doliente enaltecido en cruz por los pecados que a soportado sobre si, desfigurado sediento de amor suplica el hombre sacia la sed del corazón».

 

 

 

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